lunes, 14 de mayo de 2012

Las enfermedades venéreas en el porfiriato


Ahora que algunos persignados quieren limitar la publicidad del condón, recuerdo la plaga de enfermedades venéreas que se dio durante el porfiriato.


En la segunda mitad del siglo XIX hubo una verdadera epidemia mundial de enfermedades transmitidas por vía sexual: sobre todo sífilis y gonorrea. La expansión de las que hoy llamamos enfermedades venéreas estaba ligada a una mayor promiscuidad, al poco nivel de higiene y a la nula protección en el acto sexual

En mi caso personal, a  tres de mis primos mayores les dio, en algún momento, la “sigocha”, que así era como se denominaba popularmente a estas enfermedades: sífilis, gonorrea y chancros

Mis primos  se contagiaron con prostitutas de pueblo. Fueron rápidos para curarse, con inyecciones de sublimado de mercurio. Aunque, claro, eso de rápidos es relativo, porque les costó dos años deshacerse de la infección.

En esa época no habían descubierto los antibióticos, así que se inyectaba mercurio sublimado directamente sobre el glande. Era un tratamiento largo. De esa época viene el dicho: «una noche con Venus y una vida con Mercurio»

Tratamientos más suaves, como Licor de Van-Swieten en dosis de cuatro a seis gramos, en un poco de leche azucarada; las píldoras de Dupuytren, tenían pocos efectos,

Como se imaginarán, los relatos familiares causaron terror en mí. Así que me decidí a usar preservativos en mis relaciones sexuales casuales. En ese sentido, yo era un adelantado.

Condón antiguo de tela
Los condones (o “capotes”, como se les conocía popularmente) eran escasos, difíciles de conseguir y diferentes a los actuales. Había capotes de cuerpo completo o nada más de la cabeza. Estos últimos se me hacían poco seguros, de fácil desprendimiento durante el coito.

La mayoría de los capotes eran artesanales, se conseguían un poco a escondidas. Los había de intestino de animal, de tela y de goma

Los de hule eran tan anchos como una goma de bicicleta. Los de tela se rasgaban fácilmente. Preferí comprar, a hurtadillas, uno de intestinos.

¿Un solo condón?, se preguntan ustedes. Sí uno. No eran desechables. Uno los lavaba, les ponía polvos y los usaba vuelta y vuelta. Ya luego, claro, me compré otros dos, para aquellas noches particularmente fogosas. Don Giacomo Casanova, lo ven en la imagen, solía soplar los suyos para verificar que no tenían hoyitos.

Entre el peladaje, la epidemia era mayor.  Eran enfermedades que daban vergüenza, por eso se atendían tarde y con métodos rudimentarios. Había quien usaba aguamiel, horchata, zarzaparrilla, etcétera. No servía de nada, y la sífilis o la blenorragia empeoraban. Lo peor del caso es que los enfermos no se estaban quietos, los contagios aumentaban, y crecía el número de creaturas que nacían ya enfermas.

Ya bajo don Porfirio, en el país había gran debate entre abolicionistas y reglamentaristas, entre quienes querían imponer las buenas costumbres y los que aceptaban la realidad. La idea central de los reglamentaristas era que la gente no se iba a volver fiel, y el problema de salud pública se debía atender reglamentando la prostitución.

¿Cómo era este reglamento? Un control sanitario sobre las prostitutas, por medio de exámenes médicos obligatorios. A fines del XIX había oficialmente más putas registradas en la ciudad de México (11,400) que en París (aproximadamente 7 mil). Por supuesto, los clientes varones, por más asiduos que fueran a los burdeles, estaban exentos de la inspección.  Las mujeres eran las culpables.

Para decirlo en palabras crueles pero reales, las putas se la pasaban entre el burdel y el hospital. También había mucho de clasismo.

Las prostitutas elegantes hacían paseos en carretela al atardecer. Eran la parte “ojerosa y pintada” de la Suave Patria lopezvelardiana. Se creía que las mujeres de clase baja tenían más disposición moral a la prostitución y las de clase alta, propensión a ser “decentes”.

Se pensaba que había una relación causa-efecto entre clase social y virtud o malignidad. Se hablaba de “limpieza” de las mujeres, en ese sentido. Se podría hablar de una clasificación de limpieza: señora decente-griseta-tiple-vicetiple- prostituta elegante-bataclana- prostituta media-suripanta.  (Traducción SXIX – S XXI:  Tiple=vedette, vicetiple=corista, bataclana=teibolera)

Mis amigos los bohemios preferían las grisetas, e irse a armar grandes fiestas “prohibidas” a Tlalpan o Coyoacán,  con ellas, tiples y vicetiples. Creían que eran orgías y que estaban gruesísimos, pero más bien eran jueguitos sexuales.

Pero mentiría si dijera que los bohemios e intelectuales no iban también a burdeles. El Tívoli Central, su favorito. En lo personal, no usaba condón si se trataba de una dama, griseta o tiple. Lo usaba con vicetiples y con profesionales. Los burdeles de rango se velaban con cortinas transparentes y lámparas a media luz; los de medio pelo, con celosías verdes. No sé cómo se identificaban los burdeles para el peladaje. La justicia y un servidor jamás visitamos esos lugares de mala muerte

La verdad es que había más enfermedad en los burdeles pobres: ahí los inspectores no usaban microscopio y tampoco el speculum para detectarla. También es cierto que no había suficiente equipo ni personal capacitado.

Don Federico Gamboa  escribió una novela clásica de la prostitución fin-de-siecle: Santa, que del campo (Chimalistac) pasa a la cama de ricos clientes y anónimos léperos, para acabar muerta.

Sencillo kit para aplicar el Salvarsán o 606
También es que había mucha ignorancia. Recuerdo un militar, el mayor Reyero, que decía que si orinabas fuerte después del acto, no te infectarías. Lo increíble es que 80 años después, su bisnieto, del mismo grado y apellido, decía lo mismo a jóvenes reclutas del Servicio Militar Nacional. Reyero viejo murió flagelado por las repugnantes huellas que dejaron las enfermedades venéreas en su cuerpo. No sé de su bisnieto.

Durante el siglo XIX, el Específico Antivenéreo de Beltrán fue el método más usado. En 1901 se descubrió un nuevo medicamento: el Salvarsán o “606”. El Salvarsán era una sulfa azulosa inventada por los alemanes, que se introducía en el glande mediante una cánula. Dicen que era dolorosísimo.

A pesar de ser un invento teutón –y de que en México se creía que la medicina francesa era el non plus ultra-, el Salvarcán resultó mejor que el mercurio

Esto no quiere decir que la epidemia hubiera disminuido. Sólo causaba menos muertes. De hecho, las enfermedades por transmisión sexual aumentaron durante los primeros años de la Revolución.

Todavía a principios de los años 20, el entonces joven Renato Leduc escribió su Prometeo Sifilítico, que es divertida poesía y tremenda vulgaridad.

“Si me hubiera tejido la puñeta, no sintiera el dolor de que taladre el canal uretral la espiroqueta”, dice el Prometeo de Leduc.

Antiguo condón de goma
Lo más que sufrió su servidor fue una candidiasis, curable entonces con el jugo de sávila, y fue mejorando la calidad de sus condones. Estoy seguro de que si la moral vigente no hubiera limitado la distribución de estos adminículos, la epidemia que azotó al país hubiera sido menor.

50 años después del Prometeo Sifilítico, todavía era cuestión de vergüenza ir a comprar un condón a la farmacia, No estaban a la vista y había que pedirlos sotto voce.

Siempre preferí los condones de piel de cordero a los de latex. Por muy ligeritos que estén, la diferencia en la sensación es abismal. Pero llegó otra epidemia, la del SIDA, y entonces los buenos condones de origen animal pasaron al desván de los recuerdos nostálgicos.


miércoles, 2 de mayo de 2012

Los porfiristas olímpicos


Este es un suceso que estuvo escondido en los anales de la historia del deporte durante décadas: el de los porfiristas olímpicos. Ellos fueron los primeros deportistas mexicanos en participar en unos Juegos Olímpicos... y subieron al podio. Se trata de los hermanos Escandón y Barrón.

Ustedes conocen la frase de "la crema y nata de la aristocracia porfirista". Pues bien, los Escandón eran la nata, que está hasta arriba. La crema era semi proletaria, para ellos.

Es que la familia Escandón era super aristocrática. Estuvieron entre quienes recibieron a Maximiliano y Carlota, a su llegada a México.De hecho, una de las hijas de don Antonio Escandón y Garmendia -hermana de los olímpicos- fue bautizada como Carlota Maximiliana, en honor a los emperadores.

Los jóvenes Pablo, Manuel y Eustaquio Escandón estudiaron en Inglaterra y Francia, donde habían huído sus padres, al ganar el juarismo.

Tenían toda la lana del mundo. Al morir don Antonio, el patriarca de la familia, a cada hijo le heredó $5 millones de pesos-oro, e inmensas propiedades en México. A ojo de buen cubero, cada peso-oro equivale a mil de los actuales.

Los Escandón tenían propiedades agrícolas en Morelos y Veracruz, tenían el tren México-Veracruz, tenían minas y un montón de terrenos en la ciudad de México. ¿Ubican la colonia Escandón? Eran sus tierritas. También eran los dueños, entre otras fincas urbanas, del Panteón de La Piedad, donde luego construyeron el Multifamiliar Juárez. Esta connotada familia se encuentra, asimismo, entre los fundadores del Banco de Londres y México. Parece que aumentaron bastante su riqueza a través de la especulación con la deuda pública.

En el porfiriato, a través de las mediaciones de doña Carmelita Romero Rubio, quien buscaba un acercamiento del régimen de su Porfirio Díaz con la católica aristocracia conservadora, los Escandón volvieron a tener mucha influencia en lo político y lo social, además de la económica que siempre tuvieron.

El Chateau Coubert, hoy clínica neurológica


Los hermanos Escandón compraron en 1892 un castillo en las afueras de París, el Chateau Coubert, con un terreno de 502 hectáreas. Su terrenito parisiense tenía coto de caza y campos de polo. Allí iban cada año estos grandes catrines. Eran famosas sus cacerías.

Manuel Escandón era fan del polo, llamado "deporte de reyes". De hecho algunas crónicas lo citan como introductor de ese deporte en Francia. Tanto él como Pablo y Eustaquio eran grandes caballistas.

Mientras estaban en París, en 1900, se organizaron en esa ciudad la Exposición Universal y los Juegos Olímpicos. .Entonces los hermanos deciden inscribirse al torneo olímpico de polo. Pero hay un problema: el equipo de polo es de cuatro jugadores, ellos son solamente tres. Para completar el equipo, los hermanos Escandón invitan al equipo a un amigo y socio menor de ellos, William Hayden Wright, estadunidense. No existían en aquellos juegos las restricciones de hoy, y menos en polo, un deporte de aristócratas, que se saltaban esas "reglas menores".

Inscribieron el equipo como "Norteamerica". Lo curioso es que todos los otros equipos también eran mixtos, de EU, Francia, GB e Irlanda.

El torneo inició con un round-robin, todos contra todos. Los resultados de estos partidos están perdidos en el olvido. Se eliminó al quinto lugar.. Lo que se conoce es el resultado de las semifinales. En una de ellas, Rugby (Inglaterra y un francès) derrotó 8-0 a Norteamérica. El equipo Foxhunters se coronaría. No hubo juego por el tercer lugar, que se concedió a los equipos hegemonizados por mexicanos y franceses.

Los juegos de 1900 eran un desorden tal que no en todos los deportes se entregaron medallas. Al tercer lugar en polo le tocó una bella charola de plata. En México la noticia se conoció dias después y la aristocracia festejó el "triunfo" como propio. (Un penúltimo lugar no es malo, digo yo).

Pasó más de un siglo y, en 2001, el Comité Olímpico decidió revisar los resultados de los primeros juegos de la era moderna. Concluyó que el equipo "Norteamérica" era México y en las estadísticas oficiales igual aparece "Guillermo Hayden Wright, polista mexicano" (de hecho, don Guillermo vivió muchos años en México, y le fue otorgada la nacionalidad mexicana, pero después de aquellos juegos).

También el COI calificó el logro como "medalla de bronce", aunque haya sido una charola de plata.



La historia de un integrante de ese equipo, Pablo Escandón, el hermano mayor, continúa y es de suma importancia en la historia nacional.

Pablo organizó conferencias internacionales, incluyendo la entrevista Díaz-Taft, en la cual fungió como traductor, junto con Enrique C. Creel. Ocupó una curul en la cámara de diputados en distintas ocasiones. Era muy cercano a los Científicos y en particular a Yves Limantour, cuya política económica favorecía grandemente sus negocios..

Pablo Escandón era propietario de dos haciendas en el estado de Morelos: Xochimancas y Atlihuayán. Dicen que era mal patrón. Por los malos tratos de Escandón, en 1905 se rebelaron sus peones, encabezados por Amador Salazar, primo de un tal Emiliano Zapata.

Don Pablo Escandón y Barrón
Tras la revuelta campesina, don Pablo decide que quiere ser gobernador de Morelos, para poner en orden al peonaje. Porfirio Díaz lo apoya. Hay elecciones para gobernador de Morelos en 1909. El opositor de Escandón es el ex-gobernador Patricio Leyva, popular entre los campesinos. Leyva le advierte a don Porfirio que no apoye al candidato de los terratenientes, porque "Morelos es un polvorín". Díaz desoye el consejo.Tras una feroz represión sobre Leyva y sus seguidores, Pablo Escandón gana la gubernatura. Nunca se dan a conocer los resultados electorales.

Durante su gestión en Morelos, Escandón tuvo muchos problemas con los pueblos, por despojos de tierra y aguas y por bajar el valor a predios rústicos. Al menos parte de la revuelta zapatista se debe a la prepotencia y mala gestión del catrín polista olímpico convertido en gobernador.

Al estallar la lucha contra Porfirio Díaz, Escandón abandonó la gubernatura y marchó hacia Estados Unidos. Tras el golpe de Victoriano Huerta, vuelve a México y asciende en el mando militar y lo hacen general (había ingresado formalmente al Ejército en 1897). Obviamente, tras la caída de Huerta tiene que volver a huir del país.




¿Que fue de aquella charola olímpica? Todo indica que quedó en propiedad de Pablo, el capitán del equipo. La tenía en una de sus haciendas. Se sospecha -o al menos así lo indica la lógica- que esa charola fue sustraída por los zapatistas tras entrar a fuego y sangre a la hacienda. El caso es que está extraviada.

Si en alguna bodega encuentran una antigua charola de plata con inscripciones grabadas, puede ser la de los juegos de 1900.  La inscripción no necesariamente dirá "Jeux Olimpiques". Tal vez diga "Cup Match" o "Grand Prix International de Paris". Si es el caso, muy bien puede ser la que ganó el equipo Escandón-Escandón-Escandón-Wright.