martes, 10 de abril de 2012

Un mexicano en el Titanic


Primer Acto
 
En estos días se cumplen 100 años de la tragedia del Titanic, que marcó una época y que todos conocemos. La conmemoración permite recordar que a bordo del Titanic iba un mexicano: Manuel R. Uruchurtu

Don Manuel Uruchurtu
Oriundo de Hermosillo, Sonora, Uruchurtu fue normalista, abogado y político. Era diputado porfirista y muy amigo de don Ramón Corral. Su principal contribución política fue haber formado parte de la comisión que logró el reconocimiento de que el Chamizal era parte de México.

Estaba casado con una señorita de la buena sociedad de Xalapa y, para 1912, tenía 39 años y 7 hijos. Prolífico, el señor. Catrín hostigado por el maderismo, Uruchurtu viajó a Europa en febrero de 1912, para visitar a sus amigos en el exilio. Está comprobado que el diputado Uruchurtu se vio con Corral en París. Tal vez también habló con don Porfirio Díaz.

Uruchurtu había arreglado su regreso en el buque France, que partiría de Cherburgo con destino a Veracruz, el 10 de abril de 1912. Entonces que llega el diputado Guillermo Obregón (yerno de Corral y jefe político de Uruchurtu) a hacerle una oferta que no podía rechazar.Obregón  le propuso un cambalache: le daba un boleto del Titanic, que iba rumbo a Nueva York,  a cambio del suyo. A Obregón le urgía un barco directo. A cambio del desvío, Uruchurtu se la iba a pasar de lujo, en la nave que todos admiraban. Y no le iba a negar un favor al yerno de Corral.

Ese boleto era el Nº 17601 y costó 27 libras, 14 chelines y 5 peniques. Un dineral para la época. Primera clase.

A veces el destino es harto caprichoso. Don Manuel Uruchurtu estuvo a punto de perder el tren que lo llevaría de París a Cherburgo, Sucede que la noche anterior se desveló con los amigos, se acostó tarde en el Grand Hotel de París y la cruda le atrasó los planes..Pero, coincidentemente, el tren tuvo un retraso que le permitió abordarlo y llegar barriéndose al Titanic… y a su destino.

Desde Cherburgo, el 10 de abril, envió a su hermano Remigio un telegrama con el que sería su último mensaje a México: “Embárcome”

La Orquesta del Titanic
No abundaré con detalles del choque del transatlántico con el iceberg y el dramático naufragio. Ustedes ya vieron la peli varias veces (y si no, Canal 13 seguro la pasa pronto).

Uruchurtu, como pasajero de primera clase tenía acceso a un bote salvavidas. Le tocó el bote número 11 y, en medio del caos, subió. Entre gritos, imprecaciones y llantos, la Orquesta del Titanic seguía tocando los valses y ragtimes de moda.

El bote salvavidas 11 era uno de los últimos. Los pasajeros de clases inferiores luchaban con la tripulación para subirse a ellos. Entonces apareció una señora de 29 años que viajaba en 2ª clase, una dama inglesa, Elizabeth Ramell Nye, quien rogó que la dejaran subir al bote. La señora Nye dijo que tenía a su esposo e hijo en Nueva York. 

Algunos pasajeros del bote cruzaron miradas. Estamos ante ese terrible instante de decisión: ¿ofrendar la vida, la única que tenemos?  Un instante infinito.

De los hombres que estaban en el bote surgió un solo caballero: Don Manuel Uruchurtu.

El sonorense cedió el lugar a la dama, pidiéndole a cambio que fuese a México a ver a su familia y narrar lo que ahí había sucedido.

Elizabeth Nye (izq) en 1904
La señora Nye en realidad era viuda y su hijo, al igual que su marido había muerto en Nueva York. Pero sí era una mujer de palabra y viajó a Sonora para cumplir el deseo de Uruchurtu. También Mrs. Nye había llegado al Titanic de rebote. Tenía un boleto para el buque Philadelphia, pero por una huelga de los mineros de carbón la transfirieron.  

Después de cumplir y hablar con la viuda del diputado, doña Gertrudis Caraza, la señora Nye fue importante promotora del Ejército de Salvación. La dama inglesa avencidada en Estados Unidos casó de nuevo y tuvo 5 hijos, que pudieron existir debido a ese instante de decisión de Uruchurtu.

El cadáver del caballeroso diputado mexicano se hundió en las aguas gélidas del Atlántico. Nunca fue encontrado.

Intermezzo musical

"Titanic", de Francesco de Gregori, Esa canción de 1982, habla de un microromance entre una quinceañera de primera clase y un italianito de tercera clase.¿Dónde se repitió esa historia?




Esta es una de las últimas piezas que, según sobrevivientes, tocó la Orquesta del Titanic. "Alexander Ragtime Band":  



Segundo Acto

En México, por supuesto, nos enteramos de la tragedia a los pocos días de ocurrida. De Uruchurtu se supo mucho más tarde.

Mr. J,. Bruce Ismay
Los periódicos en Estados Unidos señalaban como culpable al señor J. Bruce Ismay, dueño del barco y que se subió al bote A. Contaban cómo caballeros adinerados como los señores Astor y Strauss habían cedido sus lugares e Ismay se comportó como patán.

Pero Ismay no fue el único. En ese desastre salvaron la vida 57 hombres pasajeros de primera clase, frente a solamente 27 niños pasajeros de tercera. Murieron niños y se salvaron en los botes 3 perros, propiedad de insensibles pasajeras de "Primera" con un corazón tan helado como un iceberg.

¿Dónde habían quedado los valores? ¿Dónde, la caballerosidad? Eran un espantajo. Lo que mandaba era el dinero, la clase social.

Yo encontré en la tragedia del Titanic una alegoría de lo que se estaba viviendo en México y del por qué de la Revolución. Caballeros bien educados como don Manuel Uruchurtu eran pocos; patanes con ínfulas, arrogancia y dinero, eran muchos.

Lo que se había hundido era toda una época. Ya no era cierto aquello de que una clase social superior se traducía en honorabilidad. Era una metáfora del antiguo régimen, con clases muy definidas y en la que ser de clase baja significaba discriminación y muerte.

También era el final del sueño de una modernidad que no funcionaba muy bien. El gran buque trasatlántico hundido a las primeras. Ese final del ancién regime lo vería, de manera muy dramática, Europa dos años después, con la I Guerra Mundial.

Pero había quienes interpretaban la tragedia de manera distinta. Como el cura de la Profesa. Pocos días después de que se supo lo del Titanic, acompañé a la TiaToncha a misa de 12, tras un opíparo almuerzo de los que ella suele ofrecer,..

En su homilía, el sacerdote dijo que la tragedia del Titanic se debió a la soberbia del hombre. Contaba el cura que un marinero profano había escrito en la cubierta del barco: “Al Titanic no lo hunde ni Dios”. Y, decía en su homilía, “ya ven, un iceberg, una pequeña obra de la creación, hundió al Titanic y castigó al soberbio”.

A la salida de misa, le digo a TiaToncha: “¿En qué Dios vengativo cree este hombre, que mata a 1500 para callar a uno?”



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