martes, 18 de diciembre de 2012

Susanadas 2012


Esta es una colección de frases y comentarios escritos en Tuita durante el año que termina. Siempre he creído que es mejor escribir tus Obras Escogidas, porque si escribes tus Obras Completas, luego llega un tarado y te las escoge.


Autodefinición (personal y colectiva)


Soy como la Serie Mundial. Un Clásico otoñal. 
Ni el tuitero más tenaz hará obra perdurable. Ni a moscas llegamos.


Mi madre

Decía mi madre: "Fui al doctor y me diagnosticó que tengo el culo divertido". Y yo: "Que tienes divertículos, mamá".

Latinajos

Escucho en la radio al señor Raúl Orvañanos. Dice que al futbol en México le falta difusión. Noli sugere, diríase en latín: No mamar.

Cave panem! Cuidado con el PAN.

Non quad non, aio quod aio, iterum foris -ad cinematerius- sumus. (No que no, sí que sí, ya volvimos a salir -al cine-).

Non volens sed volens Televisa fecet negotium. Televisa hizo negocios sin querer queriendo.


Sobre los sismos

Tendré que cambiar mis candelabros por algo que suene menos durante los movimientos telúricos. Tal vez unos huacales con foquito. Mandaré comprar unos huacales importados de París.

Política

Con Calderón todo fue lamer el piso por donde pasan los gringos. Como el Paje Piloncillo con el Rey de Chocolate.

El Gordo y el Flaco eran una pareja de tontos. El Flaco se sabía tonto, el Gordo se creía listo. El Gordo hoy es "creativo" de la  propaganda oficial.

El moderno Amado Nervo

Con don Amado Nervo hice mis primeros viajes al cinematógrafo. Era fan de la pantalla de plata. A mi amigo Nervo se le recuerda como poeta. Fue mucho más que eso. En primer lugar, fue hombre de vanguardia. En segundo lugar, periodista. Formó parte de la redacción de El Universal, El Nacional y El Mundo. Dirigió El Mundo Cómico y, claro, colaboró en la revista Azul . 
Hoy Amado Nervo es recordado como poeta romántico y popular. Era una de sus venas. La otra, modernista y de ruptura. Nervo escribió en 1898, tras ir al kinetoscopio, que “este espectáculo me ha sugerido lo que será la historia en el futuro: no más libros”. En otras palabras, previó que lo que fue la novela en el Siglo XIX lo sería el cine en el Siglo XX. Un visionario. 
Nervo también era extraordinario cronista de la vida cotidiana de la ciudad moderna. Un hombre activo, no un poeta pegado a los cortinajes. Una vez en el salón de patinar, Nervo vio a algunas damas apoyar los brazos sobre las caderas y las comparó con galopantes ánforas griegas. 
Termino diciendo que los funerales de mi amigo Amado Nervo fueron multitudinarios, lluvia de flores del pueblo. Como hoy a un rockstar.
El mejor Amado Nervo no es el más conocido. Rásquenle, rásquenle y encontrarán no sólo a un buen poeta, sino un gran cronista y humano.
    
Pregunta filosófico-felina

Pregunto al gatito maderista: ¿Y si no te engaturi-bitirí-pingüirizan o no hay nadie que te desengaturí-biturí-pingüirice, fracasaste como gato?

Problemas de los viajeros en el tiempo

Anoche soñé que viajaba al pasado. A los 80s. Veía a mis cuates y les decía: "Vengo del 2012, Bartlett es del PT y Rosario Robles del PRI". Mis cuates se burlaban de mí. "¡Imposible!", decían. Yo agregaba: "... y México es campeón olímpico de futbol". Entonces se cagaban de risa.
  
Olímpicas

En clavados, lo dramático son los ranazos... Y ahí está uno esperando que las chinas den el ranazo y nel, no lo dan.

Y yo que me la llevé al río, creyendo que se ahogaría, pero ¡caramba, caramba! nadaba como Phelps la tía.

Especulaciones

Si yo hubiera sido apenas un poco más viejo, hubiera sido compañero de aventuras de Pijus Magnificus.

El problema de Mexicana de Aviación es que el nombre está out. Debería llamarse AeroEscutia. Con eso, sale ipsofacto de la quiebra.

Filosofía del bidet

A estas alturas del desarrollo humano (¿o simas?) ya casi nadie sabe lo que es un bidet. En mis tiempos, y aún después de mediados del S. XX, había en todas las casas decentes. Pues en eso (que es también conservación de tradiciones) los argentinos nos llevan ventaja cultural. 
Por eso luego en México no entienden la maravillosa filosofía de la frase lutheriana: "Estúpido bidet se traba".

Un secreto

Recuerdo que la Maga y yo, volposados en las crestas del murelio, nos sentíamos valparamar, perlinos y márulos. (No se lo digan a Julio).

Operística:

¿Sabían que Puccini era fan de los automóviles y los conducía a gran velocidad? (Como la chica de agujetas de color de rosa).

Breve opinión sobre los tenores. La mejor voz, Domingo; la máxima expresividad, Caruso; el máximo all-around, Pavarotti.

Ecología

Celebremos el Dïa Mundial del Agua lavándonos los dientes con jerez y no bañándonos (tampoco hoy).
  
Sobre el nuevo líder chino:

Grita Pekín: "¡Xi JingPing, ke xi dolón!".
Grita Cantón: "¡Xi JingPing, zhou loy xin gón!"
Grita Shanghai: "¡Xin he su mai!"

Díaz Mirón y la Ley de Gresham


Gran poeta y temido duelista era don Salvador Díaz Mirón. ¡Ay de aquel que lo mirara feo! De èl se dice que se escabechó cuando menos a tres en otros tantos duelos. En otro, perdió el uso del brazo izquierdo.
 Típico, el poema de Díaz Mirón que más ha trascendido es el más lacrimógeno, de su época romántica, antes del modernismo: "Paquito".  Lo único que me gusta de ese poema es el segundo leitmotiv: "Y un cielo impasible despliega su curva". 
Comparen "Paquito" con este verso, del propio Díaz Mirón: "Semejas esculpida en el más fino hielo de cumbre sonrojada al beso del sol". O con este otro: "¡Y qué andar! La mocita se mueve con garbo de chula. Viene y va, y en la marcha modula un canto de líneas": 
Pensando en la suerte de Díaz Mirón reflexiono: hay una suerte de Ley de Gresham de la poesía y la moneda mala corre más que la buena.
 

Mitológicas

Siempre he sido fiel a Ergía, la diosa de la pereza, hija de Eter y Gea, que habita en la cueva de Hipnos.

Realeza

Yo le decía a Isabel que nombrara Lord al tecladista de Deep Purple. Se hubiera oído muy cotorro "Lord Lord". Como de costumbre, no me peló.

Inocencia susanesca:

Yo creía que Neil Armstrong, el primer hombre en la luna, era de Acaponeta, Nayarit. Alguien me corrigió: es de Wakaponeta, Ohio.

Dice mi hija: "¡Cómprame unos guantes de combate, Porfis!". Y yo, halagado de que me haya confundido con don Porfirio, que se los compro.

¡Qué bien se escuchan los acetatos! *Se levanta a mover la aguja, porque llegó a la parte rayada del disco*

Leí que Gio Dos Santos tiene ruptura muscular en el recto. Pensé lo peor. Luego averigüé que el recto anterior es un músculo del cuadriceps.

¿Que hoy haya luna azul es prueba de que, entre el queso que forma dicho asteroide, hay también roquefort, gorgonzola y stilton?
 

 
 

miércoles, 12 de diciembre de 2012

El día que la radio llegó a Pénjamo



El día que la radio llegó a Pénjamo fue todo un acontecimiento. Pero vayamos por partes.

México fue uno de los países a los que primero llegó la radio. Antes que a muchos países de Europa. Por la influencia de EU.

Desde 1920 hubo estaciones pioneras en nuestro país. Jóvenes ingenieros que se las arreglaban para armar una pequeña estación. Hubo iniciativas en Orizaba, en Monterrey, en la ciudad de México. Eran transmisiones experimentales, con pocas horas de duración.

Para 1922 ya había 5 emisoras en el Distrito Federal (los aficionados transmitían desde sus casas) y unas 10 más en varias otras ciudades de la República. Se utilizaba preferentemente la banda de Amplitud Modulada, aunque algunos usaban la onda corta, que tenía más alcance.

Era muy chistoso. Una vez acompañé a un amigo declamador  a que recitara  versos desde la casa de don Juan Buchanan, en la colonia San Rafael. Declamó su poema, muy engolado, frente a un micrófono grandote. Al rato llegó un señor muy emocionado. Conocía a mi amigo desde la infancia y lo oyó por radio. 

Aquello fue una fiesta. El amigo vivía hasta Santa María La Ribera. Más de 10 cuadras. Los hombres de la estación estaban muy emocionados. Imagínense.

Para 1923, había una auténtica explosión de estaciones de radio. Muchas en la capital, encimadas unas con otras, porque no había regulación alguna.

En la transmisión radiofónica de la radio de El Universal, el 8 dde mayo de 1923, Manuel Maples Arce leyó "T.S.H.", poema estridentista: 

 
“¿En dónde estará el nido
de esta canción mecánica?
Las antenas insomnes del recuerdo
recogen los mensajes
inalámbricos
de algún adiós deshilachado …

…Manicomio de Hertz, de Marconi, de Edison!
El cerebro fonético baraja
la perspectiva accidental
de los idiomas.
Hallo!...”

En junio de ese año, en el Palacio de Minería, hubo una Feria Nacional del Radio, inaugurada ni más ni menos que por el presidente Álvaro Obregón. Allí se exhibían equipos transmisores y aparatos receptores para los hogares. Carísimos. Lo bueno es que también daban explicaciones técnicas. En esa Feria aprendí que la onda corta llegaba más lejos porque la frecuencia de las ondas electromagnéticas era más larga.

Me dije, profético: “El mundo avanza que es una barbaridad. Un día, las ondas de radio van a dar la vuelta al mundo y escucharemos lo que se dice en China”.

El caso es que en septiembre de ese año fue a visitar a mis familiares en Pénjamo y -¡oh sorpresa!- me encontré con que se habían comprado un radio. Un magnífico Silverstone.

Me dije, crítico: “No tienen para hacer un baño dentro de la casa, pero sí tienen para un radio”. Como los que compraron pantallota de plasma en el Buen Fin.

Aprovecharon mi llegada para preguntarme si había yo escuchado la radio. Les platiqué la anécdota del declamador. Ellos aún no habían logrado captar nada. Por fortuna, su aparato tenía receptores de onda corta. La esperanza no estaba perdida. Les comenté que el día 15 se esperaban muchas transmisiones de la capital. Por ahí estaba mi hermano Beto y dijo que antes debíamos buscar sintonizar alguna estación de Estados Unidos, que eran potentísimas.  Beto se había enterado que transmitirían por radio la pelea de título mundial de box entre el argentino Luis Ángel Firpo y el estadunidense Jack Dempsey.

La tarde del 13 de septiembre nos dimos a la tarea de buscar la estación en aquel radio de válvulas. Fue complicadísimo.

La sala de la casa estaba llena de familiares, amigos, vecinos y chismosos. Del aparato nomás salía un chirrido chrryyshhychrrysh. Luego supe que a esa cosa la llamaban estática.

De repente, entre los chirridos, se alcanza a distinguir una voz en inglés: “wacha wacha wacha”. No se entendía ni máis, pero todo mundo se emocionó.

¡Es la transmisión, es la transmisión! –gritaron. No sé qué era más ensordecedor, la estática o el público penjamense (y anexas).

Entre el “wacha wacha” alguien alcanzó a escuchar “Dempsey” y luego “Firpo”. ¡Habíamos sintonizado correctamente!

En medio de los rechinidos, logró percibirse perfectamente un campanazo. Había empezado la pelea. En eso –habrá sido la ionósfera- que desaparece la señal.  Frenéticamente movemos el dial, regresan los rechinidos, se escuchan gritos, “Dempsey is down!” alcanzo a oir. Traduzco. Gritos y aplausos.

La voz se pierde. Poco después, de nuevo un campanazo. Un listo dice: “Terminó el round”. Y más sonidos horribles: chrryyshhychrrysh.

Entre la maraña de estática suena de nuevo la campana. “Ya empezó el segundo round”, exclama el listo.

De nuevo un wacha wacha ininteligible, pero se notaba que el locutor estaba emocionado. Y al poco tiempo una palabra que todos sabíamos: “Knock out”. Nocaut.  El júbilo se apoderó de la sala. Seguro Firpo, que había tirado en el primer round a Dempsey, lo había noqueado. ¡Bien por el Toro Salvaje de las Pampas! 

Traté de aguzar el oído, y la palabra que más podía distinguir era “Dempsey”. ¿Había ganado el Matador de Manassa? ¿O estaba inconsciente? Ni modo de saberlo.

A pesar de mis advertencias, los familiares, vecinos y anexas celebraron el triunfo de Firpo con harta cerveza y unos curados de fresa.  El resultado de la pelea no interesaba. Lo que en realidad celebraban era el triunfo de la radio. La modernidad había llegado a Pénjamo.

Tal vez no sobre decir que, dijeron las reseñas periodísticas dos días después, fue Dempsey quien noqueó a Firpo. El argentino había tirado al Matador de Manassa fuera del ring en el primer asalto, pero el árbitro prolongó la cuenta. Dempsey regresó para tirar 3 veces a Firpo.

 

Tengo entendido que mis parientes se tardaron casi un año más en captar otra estación de radio en su bello aparato.  

lunes, 19 de noviembre de 2012

Los truenos distantes



El día antes del anunciado estallido de la Revolución, hace ya más de cien años, los porfiristas de a pie estábamos bien calmados. Suponíamos que los desórdenes serían aislados y efímeros.

Ese jueves 19 de noviembre yo había leído en mi periódico El Imparcial que los sublevados en Puebla habían cortado el cable telegráfico y se habían cerrado comercios. De que había muertitos en Puebla, seguro. Lo de la familia Serdán se supo aquí hasta el otro día.

El tema que más llamaba la atención en esos días era el linchamiento de un mexicano en Estados Unidos, que causó protestas masivas.  El gobierno de don Porfirio estaba entre la espada y la pared, por el asunto del mexicano quemado vivo en EU (un tal Antonio Rodríguez, que había matado a una señora americana y fue linchado por la turbamulta tejana). A través del embajador León De la Barra, el  gobierno se quejó del linchamiento, Estados Unidos prometió que castigaría a los culpables, pero los sublevados fueron los que se montaron políticamente en él, con marchas de protesta, que combinaban con frases antiporfiristas. La de Guadalajara fue muy grande. La de la capital, pequeña y con detenidos.

El otro tema era saber si don Panchito I. Madero, que estaba en Estados Unidos, iba a cruzar la línea para su dizquerevolución, o no.  Don Panchito decía que sí lo iba a hacer, pero no le dábamos mucha cuerda a la loca idea de que una revolución se puede convocar con fecha y hora.  "¿Cómo está eso de convocar a una revolución el 20 de noviembre a las 6 de la tarde, como si fuera un baile? ¡Qué poca seriedad!", decíamos.  Y en domingo. ¿A quién se le ocurre iniciar una revolución en domingo?

Mi periódico El Imparcial hablaba de "seguridad absoluta de que en el momento en que {Madero} pise territorio mexicano será batido". 

Por eso, por lo que decían los diarios, mi principal preocupación entonces-además de las tres tradicionales, que son desayuno, comida y cena-  era saber cuándo se construiría el proyectado Museo Nacional de Arqueología, del que se habló en un reciente Congreso Indigenista, encabezado por don Justo Sierra. Hablaba con mis amigos de eso; y con mi hija y su marido, de la próxima inauguración de un "jardín de luz" en la Alameda, con miles de lámparas incandescentes, a la que asistiríamos (y asistimos). 

Para el día 20, ya se sabía lo sucedido en casa de la familia Serdán, que Madero había abandonado San Antonio y que acuertelaron las tropas del gobierno. Había crónica de lo primero y noticias escuetas de los otros dos temas.

Pero ni crean que cambió la vida cotidiana de la capital en los dos últimos meses de 1910. Aquellos eran sucesos lejanos, truenos distantes... El domingo 20 fui a un paseo en los típicos canales de La Viga. Hicimos pic-nic.

¿En qué pensaba un buen capitalino a finales de noviembre de 1910? En las próximas posadas y en los festejos y compras navideñas. Y si tenía suerte, como yo, también en la comilona que se prepaba en el Tívoli de Balbuena, organizada por el Círculo de Amigos del General Díaz, con motivo de la inauguración de su nuevo periodo presidencial.

En ese fin de año se sucedieron noticias de los revoltosos. A los antireeleccionistas se les habían unido bandidos de toda cepa, pero el Supremo Gobierno les ganaba una y otra escaramuza. La mayor parte de las ciudades estaba "en perfecta tranquilidad", como decía mi periódico El Imparcial. Era, claramente, el caso de la ciudad de México, una urbe de casi medio millón de habitantes. Sí, aquellos eran truenos distantes.

En esa serenidad pensaba yo la fresca y apacible tarde del día 31 de diciembre de 1910, cuando me dirigía a pasar el fin de año a casa de mi hija, en Santa María la Ribera. En mi camino se distinguía la mole en construcción del próximo Palacio Legislativo, símbolo del progreso nacional.




jueves, 8 de noviembre de 2012

La muerte de Ricardo Rodríguez


Fue un muerto joven, de apenas 20 años. Su fallecimiento, hace medio siglo, conmovió a México.


El joven era una celebridad. Se llamaba Ricardo Rodríguez. Era automovilista. Le decían “el Chamaco de Oro”.

Ricardo Rodríguez
Ricardo, junto con su hermano Pedro, había ganado los 1000 Km. de París. Ambos estuvieron a punto de llevarse las 24 Horas de Le Mans. Los hermanos tenían el récord de la vuelta más rápida en Le Mans, en Montlhery y en Sebring.

Ricardo Rodríguez había sido contratado por la scuderia Ferrari en 1961. El piloto de Fórmula Uno más joven de la historia. Su estilo era audaz, rayano en lo temerario. Su manejo, espectacular. Su trato a los automóviles, difícil: los forzaba demasiado, afirmaba la prensa.

Tras pláticas con el mítico Taruffi, Ricardo aceptó que “la imprudencia no es lo mismo que el valor y las carreras no se hicieron para matarse”.

En 1962 México consiguió que se desarrollara un Gran Premio de Fórmula 1 que, desgraciadamente, no era puntuable para el campeonato. El evento se desarrolló en el autódromo de la Magdalena Mixhuca, conocido hoy como Autódromo Hermanos Rodríguez. Ferrari decidió no participar, pero Ricardo insistió en sí hacerlo, por lo que obtuvo un permiso para correr un Lotus.

En el primer día de prácticas, 1º de noviembre, Ricardo se quejaba de que el auto tenía fallas en la carburación. Aunque ese día era de prácticas previas, quería la posición de privilegio. Tras unos ajustes al motor, Ricardo salió por “una última vuelta”, en su intento por bajar de 2 minutos el circuito de 5 kilómetros.

Eran  las 5 en punto de la tarde, como diría García Lorca,

Al llegar a la Curva Peraltada, una de las más duras del circuito, el auto de Ricardo derrapó y se estrelló contra la barda de contención. El bólido –que iba a 150 kilómetros por hora- rebotó siete veces contra la pista del autódromo antes de terminar destrozado e incendiado

¡Que no quiero ver la sangre de Ricardo sobre la pista! ¡Que no quiero verla! 

El piloto salió volando del auto y fue a chocar contra la barda. Lo llevaron al Hospital de Balbuena. Lo declararon muerto a las 17:17.

La máxima promesa del automovilismo mexicano tenía traumatismo craneano encefálico, otorragia izquierda, hundimiento de la región occipital, fractura de la pelvis y separación del abdomen. 

Como quien dice, el pobre Ricardo quedó hecho pinole.

Hubo, típico de México, grandes discusiones sobre la causa del accidente: la suspensión del Lotus, el mantenimiento de la pista, etcétera.

Atenido a las crónicas de la época, pareciera que a Ricardo le ganó la temeridad en el tránsito, tomó la curva por abajo, debido a que adelante iba otro auto, de Fórmula Junior, conducido por Fred Van Beuren. Rodríguez quiso rebasar al auto más lento por debajo, tomó mal el peralte (en una zona de la pista menos acondicionada) y derrapó Era la época romántica de la Fórmula Uno; los monoplazas tomaban la pista junto con autos de otras características.

A su hermano Pedro, quien también iba a correr el Gran Premio, le dio una crisis nerviosa tal por el fallecimiento de su hermano que abandonó la competencia y dijo que se retiraría del automovilismo.

Sabemos que Pedro no se retiró. Es el único mexicano que tiene victorias de Fórmula 1 en su haber y, hasta ahora, el máximo piloto de carreras en la historia del país. Moriría también en la pista, nueve años después que su hermano.

El funeral de Ricardo Rodríguez se llevó a cabo el 2 de noviembre de 1962. Día de Muertos. Al velorio en casa de la familia asistió el presidente López Mateos.

Ricardo Rodríguez de la Vega vivió de manera rápida e intensa, quemó la vela por los dos lados. Esa vela se apagó hace 50 años.



Pedro y Ricardo, los Hermanos Rodríguez


Postcriptum:
Comenta don Carlos Jalife, biógrafo de los hermanos Rodríguez, que ellos corrían al máximo posible sus motores, "pero cualquiera que vea los datos externamente sin el conocimiento intrínseco del deporte motor juzgaría que eso es forzarlo y obviamente es lo que escribían los periodistas de la época". Uno suele regirse por las notas periodísticas.
Añade don Carlos que el día de la tragedia "los ajustes a la carburación (o sea a los carburadores no al motor, aunque bueno en esencia son parte pero son externos, lo que en inglés se llama “ancillaries” y no están en el monobloque) coincidieron con la llegada de don Pedro Rodríguez, su padre, quien no lo había visto y quien también le pidió que se volviera a subir para verlo. Eso, el ajuste y saber que otro piloto le había quitado el mejor tiempo se conjuntaron para que se volviera a poner el overol de piloto, y saliera a las 5:00 en punto a dar unas vueltas (que no una) de prueba. Dio una, señaló con la mano (pulgar arriba) que estaba bien y en la segunda vino el choque.
La discrepancia más importante es que don Carlos Jalife asegura que Ricardo no derrapó, sino que "se rompió la suspensión trasera del Lotus, la derecha, y lo clavó contra el riel. No había barda, no hubo derrape, simplemente la física el auto se fue al riel, y ahí clavó la punta entre el piso y la parte inferior del mismo, y al levantarse como caballo bronco lanzó a RR para afuera (no había cinturones de seguridad) y al hacerlo lo rebanó en dos contra el parabrisas (si ves la foto del auto entenderás) y aunque cayó sobre el riel ya estaba muerto, cortado en dos".
Don Carlos Jalife afirma que Fred Van Beuren sí "estaba en la pista, pero no estaba cerca como para influir en el trazo de Ricardo". Insiste que "asumir que Ricardo se derrapó  por un error de trazo es no ver la evidencia de accidente" y añade que el presidente López Mateos ordenó no investigar, empacar el auto y mandarlo de regreso a GB, no había necesidad de un incidente internacional, pues no se le devolvería la vida a Ricardo".

lunes, 29 de octubre de 2012

Jesús F. Contreras y Malgré Tout!




Un día, hace ya muchos ayeres, mi amigo Federico Gamboa me invitó a que lo acompañara de visita al estudio de don Jesús F. Contreras. Para mí, eso era un honor, ya que Contreras era considerado, a fines del Siglo XIX, el máximo escultor de México. Creo que lo sigue siendo.

Don Jesús, mi coetáneo, había sido una especie de niño genio. A los 14 años ya estaba en la Escuela Nacional de Bellas Artes; a los 17, en París.  A su regreso, Contreras colaboró en la fundición de la estatua de Cuauhtémoc, y casi pierde un pie cuando le cayó encima un chorro de ignición.

Esta obra, inaugurada en 1887, es sólo una de las muchas que le debemos a don Jesús.

Contreras tenía una visión no sólo romántica, sino también empresarial del arte. De ahí que haya establecido la Fundición Artística Mexicana. Este era un tremendo taller, del que salían muchas obras de bronce, casi todas dedicadas a héroes nacionales, que están esparcidas por la provincia. Hay estatuas de Contreras en Chihuahua, Jalisco, Coahuila, Puebla (muy notables), Guanajuato, Zacatecas y, obvio, en su natal Aguascalientes. Pero también allí se fabricaban obras de otros autores. Fue una etapa fecunda de la escultórica mexicana.

En otras palabras, don Jesús vinculó su taller artístico con el proceso de industrialización que vivía el país bajo don Porfirio Díaz. Esto se ligaba al peculiar nacionalismo liberal de la época. El culto broncíneo a los héroes patrios con cierto gusto estético francés. 

Hermenegildo Galeana
Ponciano Arriaga
Jesús F. Contreras es autor de 20 de las estatuas de bronce que engalanan Paseo de la Reforma. Todas en pose distinta. Entre ellas destacan, a mi gusto personal, las de Ponciano Arriaga y Hermenegildo Galeana.

 Originalmente, se pensó en alternar los jarrones ornamentales con figuras de la mitología. Se descartó esa idea a favor de los héroes de Reforma.

Sobra, entonces, comentar que el escultor gozaba de una bien ganada fama cuando lo visitamos. Era un figurón.

Yo conocía a Contreras de las reuniones de los modernistas, pero debo decir que él estaba en el centro de ellas y yo en la absoluta periferia.

El estudio de Contreras estaba pegado a los talleres de la Fundición Artística Mexicana, y era una cosa enorme, abrumadora. 

El estudio de Jesús F. Contreras
Allí había decenas de bustos y estatuas de bronce, mármol y yeso, había pinturas maravillosas y otras de menor calidad, unas colgadas, otras pegadas al muro. También había espadas, tambores, tibores, plantas en macetas sobre columnas dóricas, cascos, copas, bailarinas de Lladró, baratijas, bisutería. 

Había libros en los más recónditos rincones, un mueble bretón que según Jesús perteneció a Lord Byron, grandes tapetes, gruesos cortinajes ornamentales…

Era un ambiente recargado, pero también de bodega. Había un amplio espacio que el artista usaba para sus obras íntimas, las de mármol.
Otra vista del estudio de Contreras

Y en el centro, dominándolo todo, la mesa de trabajo, coronada por un cráneo humano.

Don Jesús nos dio un breve recorrido por el estudio, para que viéramos su consumada estética del desorden acumulativo. Luego hizo traer brandy y puros.

La conversación versó sobre muchas cosas y ninguna (en el fondo, don Federico me estaba haciendo el favor de mostrarme el atelier del maestro). Puedo decir –esa fue mi impresión de la visita- que Gamboa, más que tener afecto por Contreras, lo admiraba. Y presumía ante mí su cercanía con él.

Poco después, el cáncer fibroso avanzaría sobre el cuerpo del escultor, afectándole el brazo derecho, con el que blandía el cincel.

Aún así, Contreras ganaría el Gran Premio de Escultura en la Exposición Universal de Paris en 1900. La obra que lo hizo merecedor del premio, y de la Cruz de la Legión de Honor Francesa se llama “Malgré Tout!”: ¡A pesar de todo!

Una mujer desnuda, yaciente, encadenada, que lucha por zafarse de sus cadenas y por mirar al cielo, en lucha desesperada. Al verla, da la sensación de que la mujer quiere zafarse de la piedra que la encadena y encarnar, volverse humana y viva. Un prodigio…

Mi gran amigo Amado Nervo afirmó que Jesús F. Contreras había esculpido la maravillosa estatua sólo con la mano izquierda.

Le pregunté a don Amado Nervo por qué, si Malgré Tout! es de 1900 y no fue hasta París que le amputaron el brazo a don Chucho.

“Piense usted, don Susanito”, me dijo Nervo, “su brazo era una gran masa de partes blandas en crecimiento progresivo. No estaba amputado todavía, pero ya le era inútil. Por eso el tema de la mujer encadenada y mirando al cielo. ¡Y el título!”

    
Don Jesús F. Contreras,
Otro amigo mío, el doctor Manuel Flores, escribiría que Contreras pertenecía a una estirpe rara: la de los sentimentales con pujanza. Llamó a Malgré Tout! “ejemplo inmortal para todos los pusilánimes y para todos los descorazonados”.

No es casual que el proemio de “Santa”, de Gamboa, esté dedicado al escultor. El personaje le pedía a Jesús F. Contreras que hurgara su corazón. Lo tenían que hacer ambos desde la otra vida. Santa fue publicada en 1903. Don Jesús había muerto el año anterior, a los 36 años.


Se preguntarán qué sucedió con todas las obras, tapetes y bibelots que don Jesús guardaba en su estudio. La viuda montó una sala de remates.


 El gran compositor Manuel M. Ponce intituló “Malgré Tout!” una melancólica composición de piano escrita exclusivamente para mano izquierda.






Postscriptum:

"Malgré Tout!" estuvo por muchos años exhibida, en su original, en la Alameda capitalina. Yo solía invitar a amigos y contarles la historia. Hasta que un día no la vi. La pasaron al MUNAL para protegerla del vandalismo ignorante que la grafiteó. A cambio, pusieron unas copias bien gachas en metal, que no tenían la cachondería ni el toque exacto del mármol. Un chasco.

Me encantaría que, al remodelar la Alameda, pusieran buenas copias en mármol de "Malgre Tout!" y "Desespoir", para beneficio de paseantes.